La delegación argentina, «rehén» de una política oscilante

La presencia argentina avaló la ceremonia del régimen de Nicolás Maduro, que es cuestionada por la mayoría de los países occidentales.


Por Jaime Rosemberg para La Nación.

«Cumplen órdenes. Los invitan a un acto y van», explican, lacónicos, desde el gobierno de Alberto Fernández para explicar la presencia del ministro Eduardo Canale, integrante del cuerpo diplomático argentino en Venezuela, durante la polémica y cuestionada asunción de las nuevas autoridades de la Asamblea Nacional, reducto de la oposición al presidente Nicolás Maduro y desde ayer copada por dirigentes leales al chavismo.

«Ninguno de los actuales miembros de la delegación argentina es chavista. Son diplomáticos de carrera», explica una alta fuente diplomática oficialista. Se refieren a Canale, un funcionario de menor rango (jefe de la sección comercial) que «debió» asistir a la ceremonia, criticada como «parodia» y desconocida por la oposición venezolana y los principales países del mundo, pero por sobre todo a Eduardo Porretti, encargado de negocios y a cargo de la sede diplomática en Caracas desde noviembre de 2015, en el final del gobierno de Cristina Kirchner.

Entrerriano de origen, santafesino por adopción y diplomático por vocación, Porretti cumplió funciones en la embajada en Cuba durante siete años y llegó a la Cámara de Diputados hacia 2004 de la mano de Jorge Argüello, hoy embajador en Washington y por entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja, a la que llegó en alianza con Pro. Antes de su trabajo en el Congreso, Porretti había trabado una relación de amistad con Rafael Bielsa, a quien ayudaba en sus discursos como primer canciller de Néstor Kirchner, todo según una fuente diplomática que lo conoce bien.

En 2007, Porretti volvió a acompañar a Argüello en su gestión como embajador argentino en la ONU, y se mantuvo allí hasta 2014.

Llegado a la embajada en Venezuela con Cristina Kirchner como presidenta, el gobierno de Mauricio Macri lo sostuvo en su puesto. «Siempre buscaba equilibrios, y la oposición venezolana nos pedía que no se fuera», cuenta un funcionario que formó parte del gobierno de Macri, con Susana Malcorra y Jorge Faurie en la Cancillería. Siguió con la gestión de Alberto Fernández, con bajo perfil y un contagio de coronavirus agregado.

«El problema no es Porretti, sino quienes hoy deciden alinearse con Venezuela», lo defiende otra figura de la diplomacia argentina en tiempos de Cambiemos, que recuerda al hoy encargado de negocios dando refugio a Juan Guaidó y Leopoldo López, entre otros opositores perseguidos por el chavismo.

Admirador del escritor José Pablo Feinmann, sobre quien escribió un libro, Porretti es partidario de la despenalización del aborto y sostiene posturas «progresistas» en las redes sociales, sin crítica alguna al régimen de Maduro, denunciado por la comisión Bachelet por miles de asesinatos y torturas.

De todos modos, en el ambiente diplomático aseguran que fue él quien dio los argumentos para que la Argentina condenara a Venezuela en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, precisamente por las violaciones de esos derechos elementales en ese país.

«Porretti hace equilibrio entre el canciller (Felipe) Solá, que dice que Maduro es autoritario, y los leales a Cristina Kirchner, que lo apoyan y quisieran otro embajador, más afín a Maduro», lo describe otro viejo conocido de la vida diplomática, en el intento de dejarlo a salvo de las críticas del kirchnerismo duro, que pide dejar ya el Grupo de Lima, que consideró que las elecciones en las que fueron elegidos los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional de Venezuela fueron fraudulentas.

«Me parece positivo que el Gobierno, con la presencia de la misión diplomática, reconozca la asamblea elegida por el voto popular. Por otro lado, me parece insuficiente que la Argentina aún no haya designado embajador, que sostenga al encargado de negocios del macrismo, y que todavía esté en el Grupo de Lima», afirmó a LA NACION José Cruz Campagnoli, exlegislador porteño, dirigente del Espacio Puebla y miembro de la Internacional Progresista, en que concluyen sectores del kirchnerismo duro.

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